Me encontré diciéndole a una persona: “Estoy amándote” ….
Naturalmente cualquiera pensaría que bien, estás enamorada, estás feliz. Y lo estaba y lo estoy. Pero eso no significa que no haya desafíos y obstáculos en el medio. Pero bueno en este caso, quiero identificar lo que se esconde detrás de una palabra, porque las palabras representan energías muy poderosas. Son el orden de cualquier sociedad.
Las ideas, las reglas, los dogmas, siempre se han manifestado a través de la escritura. La historia se empezó a contar a partir de que pudimos verbalizar y registrar lo sucedido. Podemos decir que el “mundo civilizado” surge a partir de la palabra. La difusión y masificación de ideales, a través de la imprenta.
Una palabra puede sanar o puede dañar. Como todas la dicotomías y dualidades que presenta la vida entera. La palabra tal como la conocemos, invención del ser humano, es usada por nosotros, quienes le imprentamos una determinación, una intención. Pero la palabra en si tiene su historia, su desarrollo, que nos habla desde un cubículo llamado inconsciente colectivo. No recordamos como ni donde surgen, pero las empleamos, y con ellas se desprenden todas las cargas acumuladas a través del tiempo. Esas cargas se depositan en quien recibe las palabras, así como ahora manifestándoles lo que aquí escribo, no solo son mis intenciones al hablar, sino que son todas las que se impregnaron cada vez que se pronunciaron, y todos los deseos no manifestados cuando alguien no las dijo.
Podría seguir hablando de como las palabras influyen, pero son tantas, que no acabaríamos nunca. Vamos a centrarnos en la que les dije al principio: “amándote”. Podemos dividirla en dos, “amán y dote”.
Empecemos por “amán”. Es una palabra árabe, y uno de sus significados es cuando en un contexto de guerra se le pide al contrincante que se rinda. La palabra “dote” proviene del latín dos, dotis. Puede ser la entrega de un valor. Estar bien dotado también se refiere a estar bien preparado. ¿Entonces si digo “estoy amándote” podría ser un pedido de que el otro, un dos, se rinda ante mi o ante al amor que le puedo entregar?
A veces esto se puede interpretar como una súplica que se le dice al otro, pero si se siente amor de ambas partes ¿Es lo mismo? Claro que no, el hecho de que alguien nos informe de sus sentimientos nos llena de alegría y hasta agradecimiento por saber que pudimos despertar en otro algo tan maravilloso… pero en la práctica esto no siempre se da así.
Me pregunto si a veces cuando expresamos nuestro sentir, en realidad no estamos depositando un deseo que a veces inconscientemente intenta doblegar al otro a nuestro querer. Tratando de provocarle un amor que aún puede no haber manifestado, quien sabe por qué tantas razones.
¿Alcanza nuestra intención para explicar toda la energía que manifestamos al momento de decir que amamos?
Ahora bien, tampoco creo que tenemos que callarnos, o no manifestar porque el otro sienta todo este peso. No podemos evitarlo, ya que eso es correspondencia de la vida manifiesta de la otra persona. No todas las cargas son nuestras, ni todas son del afuera. Porque si anduviéramos por la vida sin decir, hacer o sentir nada, pensando en cómo influiría, no nos animaríamos a nada. Por eso no podemos complacer a todo, y ahí es dónde sigo preguntándome, ¿si entonces no será que lo único que nos queda es complacer nuestro deseo, intencionando no generar experiencias negativas?
¿Cómo olvidarnos de la carga que tiene la palabra, acumulada en el inconsciente colectivo?
Parece ser una cuestión de karma, de causas grabadas en cada silaba, pero, aunque parezcan disponer de una energía invariable, no lo es.
El karma siempre se lo creyó como algo inamovible. Como que podemos solo paliar sus efectos, pero nunca transformarlos. Pero pensemos, cada causa tiene un peso energético, entonces, si yo a posteriori grabo una causa más fuerte, la otra perdería importancia, y si sigo grabando causas de este tipo, podríamos erradicar las anteriores.
Esto podríamos decirlo con las palabras, como les dije antes es una construcción que hicimos en base de experiencias transitadas. Pero si cambiamos esas experiencias que le imprentamos, sin duda estaríamos transformando el karma de esa energía.
No es tarea fácil, porque cabe detrás de esto, realizar un trabajo interno intenso, una revolución de las ideas, de lo que pensamos, de lo que accionamos.
Volvamos a mi frase del principio: si yo le digo a alguien “Estoy amándote” con la sinceridad absoluta de mi corazón, simplemente liberando una energía que en parte le pertenece, con el fin único de liberar mi deseo, pero sin esperar reacción o manipular un hecho, ya debería grabar una causa diferente en el uso de la palabra. No sería pedirle que se rinda ante mi amor, sería compartirle un sentimiento, que por ninguna razón debería ser reciproco para existir.
Cuántas veces nos hemos reprimido el sentir, o lo hemos manifestado tratando de conseguir que la otra persona nos ame, como si pudiéramos manejar el accionar de otro ser.
A veces el amor, se banaliza, y no se toma conciencia, como dice Fromm en su libro, que necesita un trabajo más exhaustivo, una reflexión profunda, acciones continúas como lo haríamos con cualquier otro aspecto de nuestras vidas. Dedicamos más energía en salud, en lo económico, que en el amor. Y por eso no sabemos lo que es. Por eso no lo entendemos. Y en realidad opera con las mismas leyes que todo en este universo.
Dicen que el amor puede darnos la llave para entender todos los procesos humanos, y quizás esa sea la razón por la que se nos es esquivo, inentendible, porque aún no queremos despertar a nuestra verdad: lo que es ser humanos.
Espero que este texto nos ayude a todos a entender que el amor no nos es ajeno, solo necesitamos conocerlo…